El miércoles último, el TOF 1 de San Martín dictó sentencia en el juicio que se
inició en abril por el secuestro y el asesinato de Floreal
Avellaneda así como la privación ilegal de la libertad y los tormentos a
su mamá, Iris Pereyra de Avellaneda. Gracias a una lucha que lleva más
de 33 años, todos los genocidas fueron condenados aunque uno solo
recibió la pena que todos merecían: prisión perpetua en cárcel común.
EL CASO
A las 2.30 de la madrugada del 15 de abril de 1976, frenadas de autos y pesadas corridas
agitaron la noche de los Avellaneda. Floreal Avellaneda (padre) logró huir
por los techos. Furiosos los represores, llevaron a toda la
familia al patio y practicaron tres simulacros de fusilamiento. Finalmente,
se llevaron al Negrito y a su madre, Iris Pereyra de Avellaneda hasta la
comisaría de Villa Martelli. Las feroces torturas comenzaron para ambos.
Iris Pereyra de Avellaneda fue trasladada hasta el Campito, uno de los centros
clandestinos de detención que funcionó en Campo de Mayo. Después, a la
penitenciaría de Olmos. Recién recuperó su libertad en julio de 1978.
El cadáver del Negrito apareció en la costa uruguaya el mismo día
que iba a cumplir quince años. En su Carta a la Junta, el periodista y
militante Rodolfo Walsh dio cuenta del horror: "Veinticinco
cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas
uruguayas, incluyendo el chico de quince años, Floreal Avellaneda,
atado de pies y manos, con lastimaduras en la región anal y fracturas
visibles, según su autopsia".
EL JUICIO
En abril último, arrancó el juicio contra seis genocidas por los casos del Negrito e Iris.
Como denunciamos en ese momento, éste era otro juicio que llevaba sólo a un
puñado de represores por un par de casos, cuando por Campo de Mayo pasaron
más de 5000 compañeros detenidos-desaparecidos. Igual que en la mayoría de
los tribunales se procuraba desdibujar la magnitud del plan genocida y las
responsabilidades que por éste les atañen a TODOS sus ejecutores.
Todas las querellas (la familia Avellaneda, Justicia YA!,
el Partido Comunista y la Secretaría de Derechos Humanos) solicitaron
la condena a cadena perpetua a todos los imputados y su cumplimiento en cárcel
común. Aunque lamentablemente, la Secretaría de Derechos Humanos en
concordancia con la Fiscalía, obedeciendo órdenes gubernamentales, abrieron la
puerta,con sus argumentaciones, a condenas escalonadas, a las que en definitiva
adhirió el tribunal echando por tierra la posibilidad de haber logrado una
condena ejemplar y merecida de cadena perpetua a todos los genocidas juzgados.
LA SENTENCIA
El miércoles último los seis genocidas fueron condenados y esto en sí mismo es un
triunfo de la lucha inclaudicable de un pueblo durante más de 30
años. Sin embargo, los jueces decidieron penas escalonadas de
acuerdo a las jerarquías y desconocieron que los crímenes que juzgaban
fueron parte de un GENOCIDIO.
Como Justicia YA! afirmó en este alegato y en todos los juicios de los que
participó, el plan genocida consistió en la destrucción sistemática de
una "parte sustancial" de un grupo nacional que tenía ciertas
formas de organización y de participación. Destruir esas dos cosas,
la organización y la participación, era uno de los objetivos a más largo plazo
de la dictadura, cuyas consecuencias padecemos hasta hoy.
Así fue que el único genocida que recibió una condena a prisión
perpetua fue Santiago Omar Riveros, jefe del Comando de Institutos Militares.
Siguiendo con la escala de impunidad, Fernando Verplaetsen - jefe del Área de
Inteligencia II de Institutos Militares- fue condenado a 25 años. Osvaldo
García, director de la Escuela de Infantería del mismo Comando, fue sentenciado a 18 años; el policía
Alberto Aneto, a catorce años y no a más, porque entre otras cosas los
jueces consideraron que si estuvo en una habitación torturando a Iris, no
podía estar en la otra torturando al Negrito, como si una pared, una puerta
hubiesen podido impedirle torturar a los que se consideraban dueños de la vida y la
muerte de los argentinos. Mientras que los subordinados de García,
César Fragni y Raúl Harsich, sólo recibieron una pena de ocho años,
casi una condena similar a la de un ladrón de gallinas, cuando fueron engranajes
esenciales del genocidio. Según el tribunal, a pesar de que
comandaban el grupo que fue a secuestrar a los Avellaneda, no tenían por qué
saber que se los iba a torturar y que el Negrito podía morir en las
torturas.
Como sostuvimos desde el primer día, la única pena que
les cabe a todos los genocidas es la de prisión perpetua en
cárcel común, no sólo a las cúpulas militares como- una vez más-
intenta la justicia argentina sentar precedente para nuevos
procesos. Creemos que la sentencia que los jueces de
San Martín, encabezados por Lucila Larrandart, dictaron es un NUEVO
EJEMPLO DE OBEDIENCIA DEBIDA. Una vez más, denunciamos a los tribunales por intentar
otorgar impunidad a los artífices del genocidio.
Por la memoria de nuestro compañero el Negrito Avellaneda y la de TODOS nuestros
30 mil compañeros desaparecidos, seguiremos luchando para que TODOS
los genocidas sean condenados y se pudran en la cárcel común.
Abogados Laboralistas de Izquierda (ALI)
Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD)
Asociación de Profesionales en Lucha (APEL)
Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDh)
Comité de Acción Jurídica (CAJ)
Instituto de Relaciones Ecuménicas (IRE)
Liberpueblo
Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad)