La reciente muerte del ex-dictador Leopoldo Galtieri ha tenido la virtud de poner al descubierto la verdadera trama de lo ocurrido en Argentina luego del golpe de 1976.
La encendida defensa de la figura de Galtieri, realizada en su funeral por el actual jefe militar, general Ricardo Brinzoni, demuestra que el aparato represivo que secuestró treinta mil personas, robó cientos de niños nacidos en cautiverio, y asesinó a mansalva, sigue intacto.
Brinzoni reivindica lo actuado, incluyendo la trágica aventura de Malvinas, ordenada por Galtieri, que culminó en la masacre de más de mil soldados argentinos indefensos, a manos de la flota imperialista de Margaret Thatcher.
Las declaraciones de Brinzoni, reivindicando a Galtieri, sin embargo, no son lo más importante. Lo verdaderamente significativo es que ni el actual gobierno peronista de Duhalde, ni la «oposición» del partido radical, en ninguna de sus fracciones, hayan atacado esa reivindicación, ni planteado la inmediata cesación en el cargo del defensor de una de las matanzas más brutales del siglo pasado.
Es este el dato que el CAJ quiere destacar. No se trata ya de un problema de «organismos de derechos humanos», ni de solicitar la renuncia del jefe militar. Se trata de denunciar a un régimen político que, desde hace ya mas de una década, mantiene vigente los indultos a los asesinos, así como las leyes de punto final y obediencia debida, que el CAJ ha solicitado se deroguen, (caso Ventura), ante la Corte Suprema.
Advertimos a la opinión publica nacional e internacional, que las declaraciones de Brinzoni no son un exabrupto militar, sino una reivindicación de métodos y de complicidades civiles. Es por esto que el CAJ inició juicio criminal también contra los civiles que colaboraron y dirigieron, para hacer sus negocios, durante la ultima dictadura (Ford, Mercedes Benz, Ingenio Ledesma).
Quienes se beneficiaron con esa política genocida (no existen grandes o pequeños genocidios) la matanza sistemática de seres humanos, en toda escala, es genocidio, son los que hoy siguen gobernando el aparato del Estado.
Y es por ésto que Brinzoni acaba de reivindicar lo actuado, anunciando que esa política sigue a la orden del día. Y es por esto, también, que Brinzoni no ha sido apartado de su cargo, ni el presidente Duhalde ni los dirigentes de los principales partidos se han dignado criticarlo.
Afortunadamente, la extraordinaria reacción democrática del pueblo argentino, que acaba de condenar lo dicho por Brinzoni, como repudió ayer a Galtieri, se encuentra lo suficientemente firme como para impedir aventuras golpistas.
La altanería de Brinzoni no le es propia. Es el producto de la impunidad subsistente, agazapada en el aparato del estado, preparada para actuar, si el Estado se lo demanda.
Comité Ejecutivo Nacional:
Horacio Ricardo González - Juan Carlos Capurro
14 enero de 2003