El ataque a Irak es el comienzo
de una represión internacional contra
las libertades democráticas
La criminal decisión de Estados Unidos de atacar Irak no es meramente un acto de soberbia. Se trata de una necesidad surgida del estado de bancarrota de su economía, cuyos puntos visibles son los escándalos de Enron, Xerox, y la crisis de los monopolios de la aviación, la informática, la banca y la industria armamentista.
La primera potencia mundial ha montado una fuga hacia adelante, jugando la "recuperación" de su economía, a una recomposición de las relaciones internacionales de la posguerra. La OTAN, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y su ya precario equilibrio, han estallado.
La conducta de los aliados de Estados Unidos y de sus opositores de la Unión Europea y Rusia, no difieren en el fondo de la cuestión. No se discrepa sobre el uso brutal de la fuerza, como lo demuestran sus anteriores coincidencias para ejecutar los bombardeos masivos contra la población de la ex Yugoslavia, ignorar el genocidio sobre el pueblo checheno, y tolerar infinitamente en la ONU, las masacres de los pueblos de Costa de Marfil, Filipinas, Colombia y Palestina.
El fallido golpe de Estados Unidos en Venezuela, también contó con la complicidad y aplauso de sus actuales aliados. La resistencia del pueblo venezolano derrotó ese intento, marcando un eje antimperialista para América Latina y el resto del mundo.
No son razones humanitarias las que animan la división por Irak, sino la constatación de que la lucha por el reparto de los mercados, hasta ahora arbitrada "diplomáticamente", ha entrado en una fase de agudo enfrentamiento, incluido el militar. Se trata entonces de un plan de reordenamiento compulsivo del mundo.
Ya estamos viendo los primeros frutos envenenados de este giro mundial. A cada manifestación contra la guerra, los gobiernos – en pro o en contra de Estados Unidos- han comenzado a reprimir y criminalizar las manifestaciones de protesta. El pretexto de la "seguridad" contra el terrorismo constituye, a su vez, la punta de lanza de una tendencia a la militarización de las sociedades, al desconocimiento de los más elementales derechos humanos, así como una violación del principio de autodeterminación de los pueblos.
Lo que une, y divide al mismo tiempo, a los Aznar, y Blair, con los Putin y Chirac, es el convencimiento de que los planes económicos antipopulares que deben aplicar, como producto de la crisis capitalista mundial, llevaran a crecientes movilizaciones en su contra. Las gigantescas marchas por la paz, son la demostración de la justeza de su previsión.
Los "planes de ajuste" se deben aplicar en todas partes. También en los países industrializados, como lo revelan las políticas laborales y migratorias, crecientemente reaccionarias, de todos los países europeos.
Hemos entrado en una fase mundial sin precedentes, de ataque a las libertades, de ilegalidad generalizada, configurando un verdadero Estado de No Derecho. Los derechos humanos pretenden ser paulatinamente borrados de la agenda mundial, como lo reveló, premonitoriamente, la no ratificación de EEUU de la Convención Americana de Derechos Humanos, y el más reciente boicot a la Corte Penal Internacional.
Los "jueces sin rostro" del ex dictador peruano Fujimori, no tienen nada que envidiarle a las detenciones ilegales en la base norteamericana de Guantánamo, ni al uso de armas químicas del Estado policial ruso.
El CAJ llama a estrechar filas contra la guerra, a apoyar todas las acciones tendientes a enfrentar el comienzo de esta fase de barbarie que intenta imponerse. Llama también, a movilizarse, y desenmascarar a los Estados y Partidos que apoyan la masacre del pueblo iraquí y demás pueblos del mundo.
Denunciamos, en primer lugar, al gobierno argentino de Duhalde, que mientras formalmente alega estar contra la guerra, paga puntualmente una deuda ilegítima a quienes la financian, mientras el pueblo argentino asiste a la mayor ola de miseria de toda su historia. Duhalde proclama el envío de tropas con ayuda "humanitaria"; pero para sumarse y atender a las fuerzas agresoras. Esa es su "imparcialidad".
La ausencia de los seis principales candidatos presidenciales, de las movilizaciones contra la guerra, son una evidencia de sumisión a la política de ajuste y represión, del pretendido "nuevo orden mundial" estadounidense.
Pero tanto en Argentina, como en el resto del mundo, hemos comprendido lo que está en juego. Estamos a las puertas de un giro histórico. Es el futuro de las libertades lo que se está discutiendo.
Las imparables movilizaciones y huelgas, a escala planetaria, contra estos intentos gravemente reaccionarios, han abierto la posibilidad de su derrota.