El plenario del CAJ constata una tendencia que ya había caracterizado
en vísperas de la asunción del nuevo gobierno: el Estado pretende supeditar la vigencia de las libertades a sus necesidades coyunturales.
Durante los diez años del menemato la razón de Estado fue la "emergencia económica". Su resultado fue la desocupación, la baja de los salarios y de las jubilaciones. Para aplicar esta política, creció la represión a
las protestas emergentes. El gobierno de De la Rúa continuó esta misma
política, profundizándola. Este gobierno terminó como empezó, cuando
ordenó desalojar el puente de Corrientes, con su secuela de muertos y heridos; de la misma manera el 19 y 20 de Diciembre de 2001, se fue, multiplicando esa misma respuesta. El posterior gobierno de Duhalde cayó
después de los asesinatos de Kostecki y Santillán, y los centenares de heridos en el Puente Pueyrredón.
El gobierno de Kirchner fue una salida orquestada por el duhaldismo
ante su caída, debido a la alta movilización contra las expresiones autoritarias y represivas. Es por esto que este nuevo gobierno debutó con un
discurso de defensa de los Derechos Humanos, en sintonía con la opinión
mayoritaria del pueblo argentino. No se trató de una decisión de Estado
sino de una respuesta de adaptación coyuntural a un hecho de la realidad.
La tendencia contra la impunidad se ha verificado como una comprensión de la Argentina profunda. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida no concordaban con la situación imperante. De un lado, varios tribunales extranjeros habían solicitado la extradición de numerosos imputados de crímenes contra la humanidad. Esto obligó al Estado argentino
a definir la situación: o los extraditaba o debía juzgarlos en su territorio.
Pero hay un segundo aspecto que no ha sido debidamente advertido.
La impunidad no es sólo la del pasado, sino también la del presente. La
de los miles de casos de gatillo fácil por parte de las Fuerzas policiales
acostumbradas a hacer uso de sus armas contra los jóvenes de los barrios
más humildes de todo el país. Es también la de las bandas de comisarios
de la policía y de ex miembros de la represión de la Dictadura que asolaron al país con los secuestros extorsivos. Este fenómeno también golpeó a
la clase media y a los sectores económicamente más poderosos de la sociedad argentina. Se produjo así un entrelazamiento entre la impunidad de
los crímenes de la Dictadura y los del período democrático. La Argentina
profunda, la de los barrios, y también la de los countries, comprendió en
todos sus poros, de manera contradictoria, más o menos consciente, que
lo que se perdonó en el pasado volvió a la carga, bajo otras formas, con el
advenimiento de gobiernos constitucionales. La sociedad constató que el
perdón del Estado a aquellos crímenes aberrantes de la dictadura permitió a sus autores mantener sus metodologías, aprovechando, incluso, su
pertenencia a distintos aparatos de seguridad del Estado.
Este conjunto de factores es el que ha dado como resultado, luego de
un tortuoso camino, la nulidad de las Leyes de Punto Final y Obediencia
Debida.
Las libertades se han fortalecido mediante la movilización democrática de la sociedad. En este sentido, el discurso del gobierno a favor de algunos aspectos de esta movilización es una respuesta para poder contenerla, no para profundizarla.
Es por esta situación que el actual gobierno, mientras auspicia ciertas
medidas contra la impunidad del pasado, mantiene, sin embargo, una
conducta autoritaria ante los reclamos legítimos de los distintos sectores
de la sociedad. Prueba de ello es que continúa la criminalización de la
protesta social, se impide la realización de manifestaciones bajo excusas
diversas, se reprimen las huelgas tanto física como judicialmente.
El CAJ advierte que esta situación lejos de frenar a los sectores de la
Dictadura que anidan en la sociedad argentina, los está invitando objetivamente a actuar de manera cada vez más resuelta contra las conquistas
democráticas obtenidas en los últimos años.
La garantía de la profundización de la lucha contra la impunidad sigue en manos de la movilización, del reclamo y del disenso.